El lunes 14 de Julio recorrí cuando se iba la tarde,
la esquina de 9 de Julio y Diagonal Norte, estaban desarmando el palco que
había sido erigido en esa confluencia frente al Obelisco. Sentí que hubo una
cosa que no nos dejaron vivir, siempre algo nos roban en este país. Nose
que les sucede a ciertos personajes que
arruinan estas fiestas, no les importa el otro. El subcampeonato mundial de fútbol
nos había dado una alegría enorme a los de mi generación, quienes habíamos
visto frustrados nuestras ilusiones de festejar durante cinco mundiales. Ya nos
habían quedado lejos y nostalgicos el mundial ´78, ´86 e Italia ´90, habíamos
perdido el sabor de la alegría mundialista y pensábamos que se nos había
esfumado con el retiro de Maradona. En el ´94 eliminados en octavos, en el ´98
en cuartos, en el 2002 no pudimos pasar el grupo, en el 2006 en Alemania y en
el 2010 en África, en estos dos últimos eliminados en cuartos, eran la cronologia.
Por eso en Brasil, a medida que
pasaban los partidos, se iba poniendo especial, atípico. En el grupo, los de Sabella quedaron punteros perfectos, nueve puntos que algunos críticos empezaban a
opinar como que los rivales eran un escollo fácil, decian que no generaban miedo y donde debía clasificarse sin problemas. De ahí en más todos los partidos se
transformaron en finales, con Suiza fue uno de los matches
mas difíciles. Se hizo un buen fútbol y Di Maria brillaba con sus gambetas
tanto, que en el último minuto despues de sufrir casi ciento veinte, convirtió
el golazo salvador. Luego vino Bélgica y la prueba de fuego de pasar los cuartos de final,
era la barrera a vencer y que durante tantos mundiales nos había dejado tristes. Llegó este momento significativo contra los belgas y había
mucha tensión emocional, en la cancha y en el hincha. Con Suiza se sufrió, pero
con Bélgica fue un alivio ver un gol tempranero del Pipita, tremenda felicidad
a los corazones.
Ahí empezó este sueño extraño y
hace mucho tiempo no vivido. Ahí se esfumaban los fantasmas y veíamos a un
equipo sólido y contundente, bien parado en todos los flancos. En que potencia
se transformó este equipo por Dios, algunos aprendieron de
dos derrotas consecutivas en mundiales. Los Mascherano, los Maxi Rodriguez, el
mismo Messi, vivieron las experiencias de unas debacles tremendas en Alemania y
Africa, pero duros y maduros llegaron a Brasil. Y vimos las arengas de
Mascherano al chiquito Romero en Brasilia,"vas a ser heroe" le dijo; vimos el alma de este equipo, un
buen juego y despliegue que pudo enfrentar de igual a igual a Holanda, el cual
era favorito hasta que se lo vio clasificar en cuartos por penales contra la
revelación Costa Rica.
Empezò el sueño de campeonar después
de las atajadas de Romero y el penal de Maxi, pero el orgullo y la emoción ya estaban en marcha para nosotros los
argentinos en este mundial, no podíamos creer que volviéramos a recuperar el
protagonismo en un evento de esta magnitud,
no podíamos creer que tuviéramos a una selección guerrera y luchadora: con
grandes pases, defensa sólida e impresionante recuperación de pelota. Llegamos a la final, los otros 28 equipos ya se habían ido todos a sus países de origen,
nuestra selección seguía en Brasil. La gente en Argentina festejó a lo grande
con el triunfo frente a Holanda, como si fuéramos ya campeones por el logro
conseguido hasta ahí, es mas, frente a Bélgica también celebró en todos los rincones como no lo hacía hace muchos
años.
Otro Aspecto para contar es que cierta violencia contenida deambula entre nosotros y vale relatar hechos como este por ejemplo del miércoles 9 de Julio, cuando se ganó al equipo de Van Gaal. A un colectivo del conurbano subieron dos chicos que no estaban bien y entre cánticos,
rompían la puerta y el espejo de atrás del colectivo. Un rato después subía la policía
para bajarlos a los palazos, eso fue señal de que nos empezaban a arruinar los
festejos que queríamos vivir en paz y tranquilidad.
Llegó la final tan esperada con nervios
pero seguros, Alemania lo había goleado históricamente al anfitrión por 7 a 1 y se enfrentaba a
Argentina en la final. Domingo 13 de Julio para el recuerdo imborrable, allí estamos
como hace 24 años. En el 90 quizás no nos merecíamos llegar a la final y en el
86 teníamos a Diego, a un equipo y lo
ganamos merecidamente. En esta final de 2014 merecíamos la gloria, pero no se dio,
aunque la gloria ya era parte de las almas de estos jugadores y de los 40
millones que apoyaron y creyeron. Fuimos todos juntos a creer que lo que
hicimos, fue histórico, conmovedor e inolvidable vivirlo.
Ayer lunes 15 de Julio, pasé por
la Plaza de la Republica, deambulé un rato por allí viendo como desarmaban el
palco especialmente montado para saludar, festejar y disfrutar con nuestros
muchachos. La noche era normal, transito fluido, una llovizna que entristecía y
algunos móviles de televisión dispersos. Me imaginé el acto si no se hubiese
suspendido mientras miraba el esqueleto del escenario, maginaba muchísima gente
como el día anterior arruinado también. Ya se habían desmontado todo el sonido
y los banners, solo quedaban los caños entrelazados, los desarmadores que
holgazaneaban y los guardia de seguridad con pecheras rojas. La noche comenzaba
a verse, las luces de de los alrededores de la Plaza de la Republica empezaban
a iluminar con su fuerza absoluta, pero faltó la gente, faltaron los cánticos,
faltó el “Brasil decime que se siente/ “que nos iba hacer emocionar hasta las
lagrimas de tanto orgullo por nuestros jugadores. Este mes fue inolvidable y
necesitaba ser cerrado con un agradecimiento multitudinario, no pudo ser, alguien
nos había robado el festejo tan merecido para nosotros y para nuestros gladiadores.
El gol del alemán Gotze ya no se puede revertir, pero vivir esta fiesta todavía
si.