Una nueva edición de la
competencia deportiva engalano este Domingo a Buenos Aires
Todavía siento un entumecimiento en la parte externa de la
rodilla izquierda, pero mientras escribo esta nota creo que me voy recuperando y
quiero contar en fresco todo lo que viví hoy en mi debut de la maratón 42 kms
Buenos Aires. Muy temprano es la
costumbre runner de arrancar con está maratón ya tradicional. A las 7:30 se
inició la competencia, pero la fiesta y preparativos se habían empezado a vivir
desde las 6. Las costumbres de los corredores son rituales ya afirmados entre
los aficionados argentinos, que desde hace años a esta parte van incrementando
su interés por el deporte y que va ganando cada vez más adeptos. Ponerse la
remera, el chip de tiempos entre los cordones, dejar la mochilas en los
guardarropas y precalentar son parte de
la tarea previa.
Alrededor de 11 mil competidores se dieron cita en el arco
de largada emplazado en Figueroa Alcorta
y Monroe. Profesionales de elite como los asombrosos keniatas que ya son estrellas
de lujo entre nosotros, aunque el protagonismo argentino se va sintiendo desde hace algunos
años con profesionales como Mastromarino por ejemplo. Los grupos de
entrenamientos de running cubrían con sus carpas el césped del Paseo de las Américas
mientras vivían la felicidad de una nueva fiesta anual. Los tramos del circuito
hacían recorrer diferentes puntos emblemáticos de Buenos Aires como son Palermo,
el Obelisco, Casa Rosada, La Boca y Puerto Madero. La organización es cada vez
mas aggiornada a través de las ediciones y en el primer trayecto te encontrabas
con dobles de Elvis Presley y Ramones a la vera del circuito, tocando sus
famosas canciones. En el Obelisco no podía faltar el tango y una pareja de
bailarines hacia aplaudir a los corredores. Tanto para los debutantes como para
los que ya tienen experiencia no hay salida en empezar a sentir el cansancio o dolores pasando el kilómetro 21 que estaba posicionado por la zona
de La Boca. Que significan los 42 kms?? La maratón madre por excelencia a lo
largo de la historia, significa que llegas hasta ahí con mucho tiempo de
preparación, entrenando 3 veces por semana con un grupo y entrenador, comprándote unas
zapatillas especiales, cuando no también unas plantillas preparadas luego de un análisis de
pisada hecha por especialistas que están insertos en el mercado del running.
El dolor que se siente si empezas enfriarte, se
puede hacer insufrible y ni que hablar si estás lesionado, ahí ya empieza a
jugar lo mental. Muchos corredores por el kilometro 35 a la altura del
puerto de Buenos Aires, empiezan a caminar porque el endurecimiento de las piernas
es intolerable, lo que hace correr lento y detenerse a elongar cada vez más
seguido. Parece que nunca va a llegar el kilómetro 42, por eso en ese momento
lo único que te puede ayudar a llegar es la voluntad propia. En el camino
conoces mucha gente, te saludas y das fuerzas con todos, que parece que se
colaboraran con una causa noble que es llegar, como que todos tuviéramos
el titulo de incentivación y liderazgo. La palabra más escuchada entre los
runners es “vamos que falta poco”, para ellos siempre falta poco aunque estés
por la mitad del recorrido. Llegar a la meta se torna emocionante, hasta hay lágrimas,
podes notar en remeras o inscripciones que todos y cada uno corren por
objetivos propios y muy distintos. Por ahí un masajista que trata de recuperar
las piernas de un corredor al finalizar el evento, le dice “después de esta carrera podes reaccionar
de dos formas, o decís que no la corres más o ya estás pensando en la próxima”.
Por eso todo esto que se vive todos los años y con cada vez más gente sumándose,
se torna para los que la corren por primera vez y los que la han corrido en
varias oportunidades, algo indescriptible e inolvidable.