Con solo 5 años, Joaquín ya realiza replicas de personajes
animados en miniatura y con la tradicional “Plastilina”, esa que como material didáctico
escolar no ha perdido popularidad y uso desde hace décadas, y que nos acompañara a todos nosotros desde los primeros años de educandos. El
talento que encierra este niño, es traducido
con que los muñequitos tienen un parecido notable con los que se ven todo el
tiempo en grafica, tv o en internet. En las manos y dedos de este escultor
joven que apenas pasa el medio metro de altura, existe una fineza y delicadeza
para poder moldear muñequitos que, hechos en nuestros tiempos
con herramientas como el diseño grafico y la computación, no tienen nada que envidiarles a los originales.
Vive en Rafael Castillo, hijo de familia modesta y
trabajadora, Emanuel, su padre, un prominente diplomado en el arte de la música
y trabajador de un frigorífico y su madre Jessica, ama de casa que arrulla a la
hace meses nueva integrante de la familia, Olivia. Ellos forman y hacen las veces de
asistente de este talento que podríamos llamarle un escultor a futuro. Hoy el
pequeño reparte su vida en el colegio, los dibujos del cable, juegos y este
dichoso arte que” le surgió hace un tiempito” dice su madre. Cuando empezó en
el 2013 en el jardín en “Los Pinitos”, su maestra notó a Joaquín de una
conducta retraída y hasta autista, “nos decía que no se integraba con los otros
chicos y tenia juegos muy individuales, hasta quería que consultara con un
especialista” comenta Jessica con cierta expresión de resabio. Lo cierto es que
Joaquín Felipe, segundo nombre en homenaje a su abuelo ya fallecido, con su
dicción neutra como todos los niños de hoy por ver dibujitos centroamericanos, fue
ganando experiencia en el colegio y hoy ya en primer grado, no refleja esos
comportamientos que aquella docente decidió marcar hace poco más de un año y lo
hizo sin recurrir a psicopedagogos.
Su lugar de trabajo está siempre preparado a su pedido, se trata de la mesa del comedor u otra que tiene en un patio interno de la planta alta donde vive. Allí solicita a la madre cuando lo requiere, su caja de plastilinas, las mismas que siempre tuvieron ese olor tan particular-porque son toxicas-,con las cuales elaborábamos manualidades en el colegio desde muy pequeños también nosotros. Ese material en diferentes colores, le sirve a Joaquín a inspirarse en dar forma a personajes archiconocidos que difunden los canales Nickelodeon o Disney, además se suma ahora con el mundial, su más reciente replica de “Fuleco”, el armadillo brasilero mascota del evento histórico futbolístico que se juega por estos días en el país carioca. La mamá lo reta por momentos para que no se meta en la boca el material, ya que dados los pocos años del escultor, la proclividad por la curiosidad a ver que sabor se siente lo lleva a hacer eso por instinto. Va creando muñequitos en miniatura y trata de mantener algunos enteros, pero son muy frágiles, “tia despacio porque se le sale la manito” le dice a Viviana, quien admira y quiere palpar con sus propias manos el arte de su sobrino. No conserva muchos personajes, salvo en fotografías, su padre dice que “los destruye todos” y entonces por ahora, se tornan fugaces las formas de las figuras y su trabajo artístico.
Su lugar de trabajo está siempre preparado a su pedido, se trata de la mesa del comedor u otra que tiene en un patio interno de la planta alta donde vive. Allí solicita a la madre cuando lo requiere, su caja de plastilinas, las mismas que siempre tuvieron ese olor tan particular-porque son toxicas-,con las cuales elaborábamos manualidades en el colegio desde muy pequeños también nosotros. Ese material en diferentes colores, le sirve a Joaquín a inspirarse en dar forma a personajes archiconocidos que difunden los canales Nickelodeon o Disney, además se suma ahora con el mundial, su más reciente replica de “Fuleco”, el armadillo brasilero mascota del evento histórico futbolístico que se juega por estos días en el país carioca. La mamá lo reta por momentos para que no se meta en la boca el material, ya que dados los pocos años del escultor, la proclividad por la curiosidad a ver que sabor se siente lo lleva a hacer eso por instinto. Va creando muñequitos en miniatura y trata de mantener algunos enteros, pero son muy frágiles, “tia despacio porque se le sale la manito” le dice a Viviana, quien admira y quiere palpar con sus propias manos el arte de su sobrino. No conserva muchos personajes, salvo en fotografías, su padre dice que “los destruye todos” y entonces por ahora, se tornan fugaces las formas de las figuras y su trabajo artístico.
Botero, aquel escultor que hizo figuras de metal y
voluminosas con rostro oriental y ahora Fernando Pugliese, acérrimo escultor
que se hizo conocido por las estatuas de
famosos en la calle Corrientes, ya tienen otro colega prominente que se hizo
amigo de la “Plastilina” y con solo cinco años, está pidiendo pista para
mostrar su talento.