Nuevamente este año, con
motivo de las fechas de carnaval, Tilcara a tenido un impacto comercial importante, Willie, encargado del Club Belgrano, espacio de deportes devenido en
baile popular comenta que” La juventud se ha lanzado a la joda total, y esto
viene ocurriendo en los últimos cuatro años”. Este predio tuvo una asistencia
importante este fin de semana y agrega el encargado del club: “Yo calculo que
hubo mil personas esta noche o más, o más…, y ahora tenemos baile hasta el
martes, así que a laburar”. El pueblo se vio nuevamente invadido de turistas
que venían a ver qué pasaba aquí, como por ejemplo un grupito de adolescentes
salteños que decían: “Nosotros venimos a buscar diversión, los colores que se
ven en carnaval y tradiciones que no las ves en Salta”. En busca de festejo
desembarcaron en su auto rojo estos amigos y agregaron que “Algo parecido a los
carnavales de Tilcara, son los festivales de folklore en Cafayate”.
Un gran caudal de vehículos
que colapsaron la entrada a la localidad, empezaron a ponerle color al festejo.
El YPF Shop que se transformó en el portal de entrada a Tilcara, no daba abasto
para cargar combustible y para atender en sus baños y bar a la gente que
iniciaba su descubrimiento a este pueblo. Inmediatamente después viene el
puente que permite cruzar el río Grande, hermosa postal del lugar. A esta
locación la tomó por sorpresa el aluvión de visitantes y no está aun preparada
en su servicio de hospedaje, para recibir a los visitantes. Los pocos hoteles y
hosterías estuvieron copados, como así también los camping y algunas casas que
ofrecían alquilar sus fondos para la instalación de carpas.
Las ceremonias de desentierro
se viven tanto en Tilcara como en Humahuaca, como asi tambien en todas las tantas localidades
que forman parte de la provincia de Jujuy. Es un rito tradicional carnavalesco
que desde los orígenes de la cultura jujeña, marcan una identidad y una
historia. Los feriados recuperados por este gobierno, en estos últimos años, le
dio un toque mucho mas turístico y ya no tan privado de los lugareños. Estos se
abren a la visita de muchos extranjeros y argentinos que pretenden saber cómo
se festeja carnaval en esta parte del suelo argentino.
Muchas de sus calles de tierra
son invadidas por grupos de personas, que capitaneadas por los “diablos”,
pueblerinos que anónimamente desfilan ante la gente con disfraz artesanalmente
diseñado, van recorriendo sus calles, incentivando a la gente. Atuendos
coloridos, con adornos espejados de diseño autóctono boliviano y una capucha
que oculta su rostro, son la identidad de estos personajes que adquieren
singular protagonismo durante el carnaval. A esto hay que acompañarle el
alcohol que se consume, la cerveza y el vino están a la orden del día y de la
noche en estos cuatro días de carnaval que son claves para el comercio de los
lugareños “toda la gente trabaja con sus negocios, almacenes, casas de comidas.
La única época más firme es esta de Carnaval” dice Willie.
Angeles, una joven salteña, como tantas que
viene a visitar estos lugares por la cercanía, señala que esta apertura de
Tilcara hacia la masa de gente es un paso positivo y resalta “con la visita de
turistas de todo el mundo y gracias a la globalización, Tilcara con los años, se
va hacer sentir y nos va a fundir en unión con su cultura ancestral”. La gente
pasea incesantemente por sus calles, para en alguno de los tantos puestos donde
venden desde chorizos a la parrilla, pasando por tamales y tortillas rellenas
de queso fresco y jamón.
El grupo “Los Tekis “tiene una
peña propia, donde producen y brindan durante varias horas su show, son
exclusivos del lugar y quien quiera verlos a pleno, es aquí donde deben
ubicarlos todos los años. Casi seis
horas de show continuado, demuestran en estos artistas, el apego y cariño por
este pueblo Los otros lugares de diversión los componen algunos bailes y peñas,
pero hay para todos los gustos y bolsillos, este corresponsal se metió en un
tinglado alejado del centro donde estaba la plaza e ingresó a un baile de los
vecinos a unas pocas cuadras de allí. Un local donde había un camión estacionado
en su interior y que no se sabe exactamente para que se destine su actividad.
No se cobraba entrada que ya es una buena propuesta y lo animaba un joven cuyo
únicos instrumentos eran un teclado y su voz, obviamente con algunos parlantes
que amplificaban su baritonia en torno a canciones populares de hoy y de
siempre. Danzantes en piso de tierra, hombres y mujeres bebiendo alcohol, el
cual se vendía en el fondo del local a veinticinco pesos cualquier botella, sea
cerveza o coca. Ser un “diablo” no solo te obliga a animar el carnaval, sino
que la paga es interesante, portando una manguera de goma, el personaje es
invitado por todos los alcohólicos concurrentes, a correrse la mascara y
absorber el líquido etílico y quien no le invite un trago, tal vez sea victima
de algún maleficio.
En este festejo popular y
globalizado, no todo es color de rosa en Tilcara, ya que hay tintes negativos, algunas
cosas de exportación interna, que han cambiado los ritmos y las costumbres de
sus habitantes. A la falta de servicios de hospedaje y gastronomía comprensible
por la sorpresiva irrupción de turistas, se le suma la falta de educación de
los deambuladores constantes y pasados de alcohol, que hacen sus necesidades en
cualquier lugar. Las ganas de ir de cuerpo no perdonan y las calles de Tilcara
se han transformado en grandes baños públicos “se mean, defecan, nosotros nos
levantamos y tenemos que limpiar el piso” dice la comerciante María, un tanto
asustada relata “en enero no había mucha gente, pero en carnaval vino demasiado,
no es que nos quejamos, pero también hay que saber divertirse”.
También los vecinos antiguos
lograron salir y asomarse un rato después de las siete de la mañana, cuando ya ha
pasado toda la fiesta de la noche, un tanto arruinada por la lluvia. Comenta su
impresión Oscar López, un hombre de setenta años que asoma la escoba a la
vereda de su casa “Tilcara es el país de la chupe, vienen a chupar nomas aquí,
chupan gratis y bailan gratis. Siguen viniendo, hasta los cabeza atada vienen.
Preguntan por alquiler, pero no quieren pagar lo que uno pide”. Así es Tilcara.