La elección y asunción del
nuevo papa, provocó en Buenos Aires un hecho histórico. El cardenal Jorge Mario
Bergoglio fue elegido como sucesor del renunciado Benedicto XVI.
Partió hace ya dos semanas de
Buenos Aires, convocado por el Vaticano para celebrar una nueva elección de
Papa. Ratzinger o Benedicto XVI había renunciado y en América Del Sur se vivían
horas históricas por las exequias del comandante Chávez, el presidente de
Venezuela, transformado en líder espiritual, luego de llenar páginas de gloria
al mando del pueblo Bolivariano. Aquejado por un cáncer, su vida política del
militar venezolano, fue tronchada luego de casi 14 años de gobierno y estaba
siendo despedido como un mártir. Eso
pasaba en la parte norte del continente sudamericano y en el sur, desde el
aeropuerto de Ezeiza, se despedía el Cardenal Bergoglio de Argentina quizás un
tanto incrédulo de que en Roma lo estaría esperando algo inesperado. Vale este
juego de palabras para definirlo, ya que los argentinos también tuvimos ese
estado de desconcierto cuando en el segundo día de la chimenea eclesiástica que
informaba de un nuevo Papa para el mundo, tanto era el asombro de que Jorge
Bergoglio fuera elegido, que ya no sabíamos que decir y mezclábamos palabras
que sin sentido salían de nuestras bocas. Las redes sociales esas últimas horas
estallaban por el acontecimiento de un nuevo Pontífice para el planeta Las
opiniones y futurizaciones sin fundamento, vaticinaban a un Papa Negro que sucumbiría
en el ocaso del mundo. Existía la segura posibilidad que los cardenales de
Brasil, Canadá o Estados Unidos fueran los elegidos, pero estalló de la boca
del vocero del Vaticano, desde el balcón de la iglesia de San Pedro, la voz enfervorizada
como tantas otras veces cuando se eligió a Benedicto XVI o Juan Pablo II, la
pronunciación itálica del nombre Bergoglio. Cuando lo nombraron y salió con la túnica
blanca tradicional, todos en Argentina quedaron impávidos y descolocados.
Aquel hombre que se había ido despedido por su poca comitiva desde Ezeiza, nos había
sido expropiado por El Vaticano, como una orden celestial. Muchos lloraban
emocionados y desconcertados en Buenos Aires, no podían creer y ni el mismo
Bergoglio, argentino de cepa, no sabia que a el le pudiera tocar tan semejante
cargo y responsabilidad en este mundo.
Pero ahí tuvo que salir,
presentadose ante la multitud en la Plaza De San Pedro y transcurrió una semana
memorable para su vida de santificado, hasta que llegara la unción papal una semana después. Durante
ese lapso recibió a la presidenta de su país, amablemente y comentándole a la
primer mandataria Cristina Fernandez “Yo jamás pensé una cosa de estas, yo creo
que eligieron a un viejo porque no tenían otro” y la Presidente con una sonrisa le contestó “No
es cierto, usted es un cuadro de la Iglesia”. Este fue parte del dialogo entre
dos argentinos que tiene el poder en la Argentina, ahora encontrándose en los altísimos
aposentos clericales de Santa Martha, en el día previo a la unción de Bergoglio
como Papa.
La noche del 18 de marzo se
organizó la vigilia en la Catedral de Buenos Aires, miles de fieles se
concentraron en la histórica Plaza De Mayo para disfrutar de las pantallas
gigantes y el escenario con la actuación de Axel. Un milagro obró a la
madrugada, el papa se comunicó telefónicamente con los argentinos en la plaza,
los que para su sorpresa, escucharon su voz y emocionaron fervientemente En
esos instantes, entre otras cosas expresó:”y por favor no se olviden de este
obispo, que esta lejos pero que los quiere mucho y recen por mi”.
Francisco recibió el Palio y el anillo del
Pescador a las 5:30 de la mañana del 19 de marzo(hora argentina) Tan puntuales,
Bergoglio junto a los cardenales del mundo ejercían las diferentes rutinas de
asunción papal, primero una recorrida por la Plaza De San Pedro saludando a
todos los miles congregados allí, además de innumerables corresponsales
periodísticos de todo el mundo. La recorrida fue en un jeep descapotado que
daba la sensación fue pedida por Bergoglio, no temía en su humildad a ninguna
amenaza presente, solo sentía el regocijo y protección de Dios. Ya en el
interior de la Iglesia, se dirigió a rezar frente a la tumba de Pedro, para
luego marchar escoltado por decenas de cardenales de todo el mundo hacia un
altar preparado especialmente, allí le colocaron el palio y el anillo de plata,
ya era el nuevo papa con todos los títulos puestos.
Celebró una misa, saludo a todos
los representantes políticos del mundo y termino su tarea. El nuevo papa ya fué nombrado para comenzar
una tarea emancipadora. Su mensaje de humildad, tal cual el nombre que eligió
por San Francisco De Asis, parece iniciar una nueva etapa mundial y regocija a
los argentinos que aún sorprendidos por la buena nueva, empiezan a sentir que
deben reconciliarse con el catolicismo.