jueves, 8 de junio de 2017

TRASLADO

Amanecía en esa mañana dorada de enero, ya habían pasado los momentos más duros de Navidad y Año Nuevo, también había pasado la tristeza de haber estado solo, sin aquella gente que lo había acompañado hasta que estuvo listo.
Decidió irse ese mes, un Domingo de tanto dolor como siempre sintió ese día de la semana. Domingo que sirve para el suicidio porque ahonda y clava sus garras esa soledad con más fuerza. Decidió salir de tarde, tirando la noche. Busco ese horario preferentemente de un ocaso triste, que le dolía en el alma cada vez que lo había visto llegar durante tantos años.
El vuelo que lo llevaría a no se sabe que, porque no se sabía que buscaba o que quería, tenía horario fijado esa tarde. Inseguro de su conducta, pero con sentido de estar listo. Tantos años no han pasado en vano y la vida no debería ser tampoco en vano para él y ya sentía no seguir esperando.
No había decidido irse cualquier época de su vida, fue un momento especial. Estaba con ganas de cumplir sueños, eso nunca lo había perdido, por lo que le sirvió de motor motivador. No había elegido cualquier momento para irse, eligió el momento en que se fue su madre.  Cuando decidió irse ella, también quiso partir mucho de él.
Ahí estaba otra alguien también, tomando el mismo vuelo. Una muchacha que se suponía más segura para irse a donde fuera. Se sentó justo a su lado. Doce horas para ser compañeros de viaje, doce horas que serán toda una vida en sus vidas. ¿Qué es lo primero que se dirían como para cruzar una palabra luego de una mirada?? Ah sí, “a disfrutar del viaje”.
A él siempre le dieron miedo los aviones, pero se atreve a viajar igual; ¿sino como haría para cruzar el océano? Ya en vuelo obviamente hay nervios y sobre todo cuando va al baño, es como que se despega de una absurda seguridad que le da su asiento y el cinturón. Desabrochárselo no es tarea fácil, porque piensa que su mayor momento de peligro en el vuelo, está caminando por los pasillos de la aeronave hacia el baño. Y además permanecer allí, en el baño.
 Dormir le cuesta horrores, se trajo un celular completo de música de todas las épocas y géneros, 32 gigabytes de memoria con temas divididos, bien armados y titulados. Esto no le frena el miedo a volar, pero lo hace sentir como que estuviera en tierra firme, porque los que están cantando y tocando en esa grabación, en ese momento estaban en tierra firme.
Vino la comida, que es algo que relaja, porque acompaña el alcohol. Ahí empiezan a contarse sus vidas y actividades. las cosas que hacen y empiezan las risas. El viaje es como una suerte de paréntesis, como cuando decía en la escuela la profe de lenguaje “abrir corchetes, cerrar corchetes”, porque un viaje es eso, es estar entre paréntesis, en este caso estar entre paréntesis doce horas de vuelo. Ya saliste de tu lugar de inicio, pero no llegaste aún. Estas en transición, en proceso.
Que buen estado es estar “en proceso”, “en transcurso”, “en traslado”, etc. Eso, “traslado”, esa es la palabra. El mejor estado de la vida es estar en traslado. Disfrutar del traslado en ese avión, significa muchas cosas. Tratar de convivir con muchas personas todas con sus problemas y sus objetivos.